26 abril, 2024

Desde su aparición sobre la faz de la tierra, el hombre ha ido utilizando gran parte de su energía en actividades tendientes a modificar la naturaleza circundante con el fin de satisfacer sus necesidades y las de la sociedad en la que vive. Todo esto ha dado como resultado una necesidad intrínseca al hombre de trabajar para alcanzar una vida sana, productiva y feliz. Ese trabajo, que al permitirle alcanzar sus objetivos se transforma en un medio indispensable para su realización individual y grupal, pero ese mismo trabajo no ha estado nunca exento de riesgos para su propia salud y existencia.

La urbanización, la industrialización, las nuevas formas de gestión de los medios de producción, ciencia y la tecnología, trajo aparejado mejoras en la producción de bienes y servicios que permitió a las poblaciones un acceso más fácil a ellos, generando, aunque todavía hoy con profundas desigualdades, una mejora en la expectativa y calidad de vida, pero los riesgos presentes en el trabajo para la salud de las personas, si bien con distinta incidencia, continúan en nuestros días.

Según el último censo realizado por la Universidad de Estudios en Ciencias Laborales, se producen en el mundo, únicamente en la industria unos 50 millones de accidentes cada año, es decir una media de 160.000 al día. Por ello se estima que mueren aproximadamente 100.000 personas por año y muy probablemente estas cifras estén muy por debajo de la realidad. Cada año 1.500.000 trabajadores quedan inválidos para el resto de su vida. A estas cifras se debe añadir los millones de trabajadores víctimas de enfermedades contraídas en los lugares de trabajo. Se debería a si mismo agregar, si se conociera su cifra, los accidentes graves y numerosos que se producen en la agricultura, los trabajos forestales y las plantaciones. En los países industrializados en promedio anual, uno de cada diez trabajadores de la industria sufre heridas en el trabajo y se estima que en algunas ramas de actividad esa relación es en todo el mundo uno de cada tres. Se trata de tragedias humanas que podrían evitarse, pero que ocurren en el mundo cada día.

Por lo cual fue indispensable trabajar en la manera de prevención de estos accidentes y/o enfermedades laborales, para ello como primera medida de prevención, es de suma importancia saber el estado de salud de la persona antes del ingreso y durante una actividad laboral, por lo cual, tuvo lugar la creación de los exámenes obligatorios y opcionales, a saber:

  • Pre-ocupacional: este examen es el que se hace antes de ingresar a una actividad laboral, en donde se piden una serie de exámenes, como ser, análisis de sangre, de orina, de VIH, de Chagas, de hepatitis, placas RX, electro cardiogramas, etc. De esta manera se verifica el estado de salud de la persona para luego al pasar el tiempo hacerle otros exámenes de rutina e ir comparando.
  • Periódicos: estos exámenes son los que se realizan a un empleado que, expuesto a un riesgo de alguna enfermedad, debido a su función laboral, este se realiza con una distancia no mayor a doce meses de diferencia.
  • Opcional: este se realiza al empleado cuando se lo cambio de tarea “función laboral” o de área. Quedando este tipo de examen a criterio del empleador, es decir, no es obligatorio.
  • Ausencia prolongada: se realiza a un empleado vuelve de no ausencia prolongada, por alguna licencia médica o extraordinaria. Este tipo de examen queda también bajo la decisión del empleador en realizarlo o no.
  • Previo al retiro: por último, este tipo de examen se realiza al empleado que está a punto de retirarse, como medida preventiva a futuros reclamos por posibles enfermedades que surjan luego.

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