29 marzo, 2024

En las épocas precivilizadas, el trabajo como tal no existía. El trabajo como podía ser cazar o cultivar el campo era una actividad que se realizada de forma natural y difícil de distinguir de las actividades de ocio. Según este auto el concepto de trabajo como actividad forzada tiene su origen en las guerras, la esclavitud y la división de clases. Los hombres y mujeres que eran capturados durante la guerra eran forzados a realizar las tareas menos deseadas. Los esclavos liberaban a los hombres libres de trabajar. La división de clases, aunque claramente establecidas en la antigua Grecia, existe desde mucho antes y obliga a las clases más bajas a ocuparse del trabajo. La consideración del trabajo como algo indigno en función de la clase social a la que se pertenece continuara al menos hasta la edad media. Este hecho ocurre de forma típica en la revolución industrial al tener que ir lejos a trabajar, pero su origen podría remontarse incluso a la china antigua. Podemos aceptar que la delimitación entre las actividades de trabajo como las de ocio no eran tan claras como en la actualidad y que el trabajo tal y como lo entendemos hoy no existía, sin embargo, no compartimos la afirmación categórica de que el trabajo en si no existía y que su característica de actividad surge en las guerras, la esclavitud o la división de clases. El carácter de obligación del trabajo es algo inherente a su naturaleza desde el momento en la que la realización de ciertas actividades es necesaria para la supervivencia. En la prehistoria, cultivar los campos o cazar no son actividades que se realicen de forma voluntaria, sino que se han de realizar para sobrevivir. Es en esta función que cumple el trabajo, la de permitir la supervivencia, donde radica el carácter obligatorio del mismo.

En la griega clásica el trabajo es considerado como una maldición, los antiguos griegos consideraban el trabajo diario como una deshonra o descréditos, especialmente el trabajo físico que era percibido como una tarea rutinaria despreciable y propia de los esclavos. Las actividades manuales o comerciales no eran consideradas degradantes, estas podían ser incluso recomendables, la idea de un trabajo como medio de subsistencia y por tanto con carácter de obligación era considerada innoble y alejada de las conficiones que promueven la virtud. Por otro lado, la libertad de decidir cada día la ocupación del tiempo de manera que existiera la posibilidad de dedicarse al cultivo de las virtudes o política era considerada como un patrimonio inexcusable de todo ciudadano libre.

La esclavitud sigue moldeando la ideología del trabajo en Roma, sin embargo, aparecen tres factores que hacen que se diferencie su concepción de la desarrollada en la gracia clásica:

1.- El aumento desorbitado del número de esclavos hace que se constituya en mano de obra barata y a la vez en pilar básico del sistema romano de producción y consumo

2.- La influencia del pensamiento estoico y el consecuente auge de una mentalidad preigualitaria en claro contraste con el sistema esclavista.

3.- El desarrollo del derecho romano que sienta las bases para una posible implantación n de una estructura de derechos globales para un marco político universal, anticipo de las posteriores formulaciones del derecho universal.

En el marco de la tradición judeo-cristiana se considera el trabajo de forma muy similar a como lo harían los griegos y romanos, pero se añade la creencia de que el trabajo es producto del pecado original y un vehículo de expiación. En este contexto se empieza a percibir el trabajo como algo positivo. Para la expiación del pecado, la actividad laboral se realiza como media de cooperar con dios en la salvación del mundo. Sim embargo generan la idea de que por medio del trabajo se puede obtener un excedente de bienes y servicios que sería compartido con los pobres, aun así, los cristianos conceden poco valor intrínseco al trabajo como los antiguos griegos y romanos.  Ciertamente es difícil hace un balance general de cómo se entiende el trabajo en el medioevo y más porque parece que la concepción variaba en las diversas clases sociales de la sociedad feudal, pero desde el renacimiento hasta la actualidad el trabajo adquiere sentido por el placer de experimentado en la realización del mismo, libre de connotaciones religiosas. En esta época de búsqueda de plenitud personal, el trabajo es valorado en sí mismo, en la medida en que la persona disfruta y se realiza a través del mismo. Además, con la reforma protestante se inicia la consideración del trabajo como una obligación o un deber de valor particular debido a su contribución a la creación del reino de dios.

Las doctrinas de Lutero y Calvino desempeñaron un importante papel en la representación social del trabajo propia de la civilización industrial, a través de Lutero el trabajo llego a considerarse como un sendero hacia la salvación. Calvino perfecciono la doctrina de Lutero argumentando que el trabajo era la voluntad de dios y que la acumulación de riqueza persona era un signo de virtud. Esta creencia según Weber fue cambiada en la práctica pastoral y contra los pronunciamientos del mismo Calvino. En la revolución industrial, el trabajo se convirtió en el medio dominante de adquisición de bienes y servicios. Con el capitalismo la actividad económica, el éxito, las ganancias materiales, se vuelve fines en sí mismas. El destino del hombre se centra en contribuir al crecimiento del sistema económico a la acumulación de capital, no ya para lograr la propia salación sino como fin en sí mismo. Actualmente se tiende a considerar el trabajo no solo como un instrumento para obtener beneficios económicos sino como una actividad valorada intrínsecamente en la medida en que se contribuye a mejorar la experiencia personal y el desarrollo del individuo.

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