19 abril, 2024

El Derecho Internacional Ambiental (DIA) es una disciplina que involucra al mundo entero en la protección de un bien común: nuestro ambiente.

Se suele pensar que es de creación reciente. Es esta una evaluación apresurada. La conciencia ambiental en la relación entre los estados comenzó a gestarse a fines del siglo XIX.

Sus reglas no han sido dictadas por una institución nacional. Se trata más bien de un compendio de declaraciones, tratados y normas —vinculantes y voluntarias— que se han desarrollado a la par del conocimiento científico y la toma de conciencia del estado actual de nuestro planeta natural.

Su historia puede dividirse en tres etapas, separadas por dos de las conferencias internacionales más relevantes celebradas hasta ahora: la Conferencia de Estocolmo (1972) y la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (1992).

 

Antes de los años 60, había poca conciencia ambiental y solo algunas iniciativas aisladas de regulación ambiental internacional. Una de ellas fue la frustrada Convención de Londres de 1900, con la cual se buscaba proteger la vida silvestre africana. Esa Convención nunca entró en vigor porque no fue firmada por el número mínimo de partes.

Durante esos años, otras iniciativas se llevaron a cabo de forma aislada, pero las cosas realmente empezaron a moverse con el despertar de la conciencia ambiental en los años 60, cuando la opinión pública se hizo consciente de los peligros que amenazaban al planeta. Las personas comenzaron a darse cuenta cómo se afectaba el ambiente y que los recursos naturales se agotaban.

En los años 70, con la crisis del petróleo, los Estados celebraron la Cumbre de la Tierra, en Estocolmo. Fue el primer documento internacional en reconocer el derecho a un medio ambiente sano mediante veintiséis principios, muchos de los cuales han jugado un papel importante en el desarrollo posterior del Derecho Internacional Ambiental.

 

Posteriormente a Estocolmo, comenzaron a verse cambios en los gobiernos nacionales, surgieron una importante cantidad de legislación ambiental local.

Surgió el concepto “desarrollo sustentable”, definido como “la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”, base que guió la evolución del Derecho Internacional Ambiental de ahí en adelante.

En esta época, ya empezaban a manifestarse algunos de los problemas ambientales globales que hasta hoy nos aquejan como el agotamiento de la capa de ozono, los riesgos para la diversidad biológica y la amenaza del cambio climático. La cooperación internacional era absolutamente necesaria y los países desarrollados tendrían que ayudar a los países más pobres para que la humanidad fuera capaz de afrontar tales desafíos.

 

En los años 90, tuvieron lugar muchos acuerdos ambientales. En 1992 se realizó una Cumbre importante en Río de Janeiro donde tuvo su participación nuestro país. Se estableció la Declaración de Río, la cual reafirmó la Declaración de Estocolmo.

Los Convenios empiezan a tener una visión ecosistémica. Se regularon los componentes (agua, aire) y se los empieza a ver de manera más integral. El ambiente va más allá del recurso en sí.

 

Y en 2012, la ONU organizó la tercera Conferencia sobre el Desarrollo Sostenible, conocida como Río + 20, la cual convocó a 192 Estados miembros, empresas del sector privado, ONG y otras organizaciones. El resultado fue un documento no vinculante llamado El Futuro que Queremos. En las 49 páginas del documento, los Estados renuevan su compromiso al desarrollo sostenible y a la promoción de un futuro sustentable.

 

Luego de este repaso histórico en donde se detallan las políticas y propuestas que se fueron implementando a lo largo de los años, nos queda la incertidumbre: ¿hemos cambiado en algo respecto a nuestro medio ambiente, a su protección y cuidado, o es solo cuestión de leyes?