23 abril, 2024

Cuando alguna parte o partes del cuerpo humano entran en contacto con dos puntos u objetos entre los que existe una diferencia de potencial (voltaje), se establece el paso de una corriente eléctrica a través del cuerpo que puede producir efectos muy diversos, desde un leve cosquilleo hasta la muerte, pasando por contracciones musculares, dificultades o paro respiratorio, caídas, quemaduras, fibrilación ventricular y paro cardíaco. Esto se conoce como choque eléctrico.
El choque eléctrico puede producirse al tocar elementos sometidos a tensión, como cables o barras metálicas desnudas (contacto directo), u objetos, normalmente inofensivos, cuya tensión se debe a fallos y defectos de aislamiento (contacto indirecto).

(esquema de red trifásica)

Para poder comprender el proceso es necesario puntualizar que la red de distribución en baja tensión -la que entra en nuestros domicilios, oficinas, locales comerciales, etc.- es trifásica y el neutro está conectado a tierra.
A partir del esquema anterior puede inferirse que si una persona entra en contacto con una de las fases L1, L2, L3 y tiene los pies apoyados en el suelo (o toca alguna masa metálica, tubería, etc. que haga buen contacto con tierra) se cerrará el circuito estableciéndose una corriente que atravesará su cuerpo, produciéndole el choque. Lo mismo ocurrirá si toca la carcasa metálica de algún aparato que presente defectos de aislamiento.
Los factores que determinan la severidad de las lesiones son:

El tipo de corriente, continua (pilas y baterías) o alterna (red eléctrica).
En general, la corriente alterna de baja frecuencia (50 – 60 Hz) que se distribuye a través de la red puede llegar a ser hasta 3 o 5 veces más peligrosa que la continua. Puesto que se trata del tipo de corriente al que habitualmente estamos expuestos en viviendas, locales, comercios, oficinas, etc., nos centraremos en los riesgos que lleva asociados la alterna.

La intensidad y el tiempo.
En general, cuanto mayor es la intensidad y/o el tiempo en que circula corriente por nuestro cuerpo, más graves son las consecuencias. La tabla siguiente muestra los efectos generados en función de la intensidad y el tiempo de exposición, en un adulto de más de 50 kg de peso, suponiendo que los puntos de contacto son dos extremidades.

Las definiciones de los términos empleados son:
• Umbral de percepción: Valor mínimo de intensidad que provoca una sensación en una persona.
• Umbral de reacción: Corriente mínima que produce una contracción muscular.
• Umbral de no soltar: Valor máximo de la intensidad para el cual una persona puede soltarse de unos electrodos que provocan el paso de la corriente. En corriente alterna se considera que este valor es de 10 mA, para cualquier tiempo de exposición.
• Umbral de fibrilación ventricular: Valor mínimo de la intensidad que puede originar fibrilación ventricular. Decrece sustancialmente cuando la duración del paso de corriente se prolonga más allá de un ciclo cardíaco. Es la causa principal de muerte por accidentes eléctricos.
El recorrido de la corriente
La gravedad de un accidente depende del camino de la corriente a través del cuerpo. Una trayectoria larga, en principio, presentará mayor resistencia dejando pasar menos intensidad pero si atraviesa órganos vitales como el corazón, los pulmones, el hígado, etc., puede provocar lesiones mucho más graves. Los recorridos más peligrosos son los que afectan a la cabeza (daños cerebrales) o al tórax (parada cardiorrespiratoria).
Los valores de intensidad y tiempo reflejados en la “Tabla de Efectos Fisiológicos” corresponden a un trayecto “mano izquierda – dos pies”. Para otros caminos debe aplicarse un coeficiente de corrección F llamado “factor de corriente de corazón” que permite calcular la equivalencia del riesgo de las corrientes que atraviesan el cuerpo siguiendo otros recorridos.
La intensidad equivalente viene dada por la fórmula: (Ieq = Iref/F), siendo Iref la intensidad correspondiente al trayecto mano izquierda – dos pies y F el factor de corriente de corazón

Protección frente a Riesgos Eléctricos

El tema de la protección frente a riesgos eléctricos es complejo y propio de especialistas a causa de la gran cantidad de variables y circunstancias a tener en cuenta. Por ello, además de recomendar grandes dosis de prudencia y sentido común nos limitaremos a destacar la importancia de tres elementos que obligatoriamente deben formar parte de la acometida para que la instalación pueda ser autorizada.
El Interruptor de Control de Potencia. (ICP)
El ICP es el elemento que debe cortar el paso de corriente si esta excede de un determinado valor que depende de la potencia total instalada. Consiste en un interruptor automático que interrumpirá el paso de corriente en el caso de grandes intensidades como las generadas en un cortocircuito (disparo magnético) o para sobrecargas moderadas (disparo térmico). La actuación magnética se hace por medio de un electroimán que permite un corte de corriente muy rápido (típicamente 20 – 30 ms) mientras que la protección térmica se efectúa con una lámina bimetálica por efecto Joule y su tiempo de disparo es inversamente proporcional al cuadrado de la intensidad (de segundos a minutos).

Se trata de un elemento esencial de seguridad para evitar incendios y otros accidentes, que debe mantenerse en perfectas condiciones y no bloquearse ni sustituirse por otro de mayor calibre si se desconecta con frecuencia. En este caso se tendrá que consultar a un experto y/o a la compañía suministradora

El Interruptor Diferencial (ID)
El interruptor diferencial, a menudo llamado simplemente diferencial, tiene la misión de desconectar la alimentación de todos los elementos receptores que siguen al interruptor, al detectar una fuga de corriente a tierra de una intensidad superior a la nominal de 30 mA. Además, debido a la influencia del tiempo y la corriente en los efectos fisiológicos, debe hacerlo con un retardo inferior a 0,2 s para la intensidad nominal y 0,1 s para una intensidad doble. Su correcto funcionamiento es esencial por lo que jamás debe ser eliminado o bloqueado de alguna manera. Al contrario, se dispone reglamentariamente de un botón de prueba que debe accionarse periódicamente para comprobar su buen estado.

La presencia del interruptor diferencial no exime de la vigilancia y mantenimiento de la instalación eléctrica porque, entre otras cosas, al detectar la corriente que va a tierra protege de los contactos más frecuentes, entre una fase y tierra (contacto con los pies), pero no salvaguarda en absoluto del contacto simultáneo con dos fases (líneas y receptores industriales) ya que en este caso no deriva a tierra corriente alguna.

La Toma de Tierra
La toma de tierra es fundamental para evitar los accidentes por contacto indirecto y puede consistir en una placa de cobre enterrada o en unas jabalinas clavadas en el suelo. La toma debe conectarse a un cable que, recorriendo toda la instalación, se conecta, a su vez a las carcasas o puntos de conexión de todos los receptores, ya sean fijos o móviles. En caso de una pérdida de aislamiento, la corriente de fuga pasa por él y, debido a la baja resistencia de la toma de tierra, la tensión de contacto en caso de tocar el aparato es muy baja. Si la corriente excede los 30 mA, el interruptor diferencial actúa y corta el suministro a todas las líneas afectadas. En caso de fallo total de aislamiento se produce un cortocircuito directo entre una fase y tierra que además de provocar la intervención del interruptor diferencial, causa la intervención inmediata del ICP debido al elevado valor de la intensidad de cortocircuito.

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